Los turistas no molestan

Los turistas no molestan, las malas políticas públicas turísticas sí.

En España el turismo representa más del 12% de nuestra economía, tanto en participación del PIB (12,6%), como en el empleo (12,7%) en 2019. Por descontado, con estos datos, los turistas no molestan, al menos a nuestra economía y mucho menos a las más de 2,67 millones de personas que trabajan en el sector.

La pandemia rebajó estas cifras en 2020 y 2021, para elevarse de nuevo a partir del 2022 y quizás al final 2023 se superen datos del 2019, que fueron récord histórico.

Casi la mitad del territorio de España se encuentra en situación de despoblación (el 48%), tampoco creo que a estas zonas les molesten los turistas, todo lo contario. Deben ser las iniciativas emprendedoras junto con el impulso de las administraciones locales las que impulsen el turismo en estos territorios.

Las Agendas Urbanas que hemos realizado en 3CS para territorios con problemas de despoblación o simplemente con tasas elevadas de desempleo, incluyen acciones de revitalización del turismo, nuevas ofertas y sistemas de conexión con turistas en origen. El objetivo es atraer a más turistas que eleven la actividad en un modelo de sostenibilidad global.

Por otro lado, en ciudades que no pierden población, con tasas de empleo superiores a la media nacional y sistemas productivos de excelencia turística consolidados, será difícil continuar atrayendo a más turistas sin una planificación adecuada.

La gentrificación turística es un concepto del que solo hemos empezamos a hablar hace unos 10 años para entornos muy urbanos y de las principales metrópolis del País.

El sector turístico en España está bastante regulado, tiene una alta calidad de servicio y seguridad general (comparado con otros destinos), está bastante diversificado y del que disfrutamos de grandes empresas que son ejemplos de buena gestión internacional.

Los turistas atraídos por las grandes empresas del País, tampoco creo que molesten, pero la pregunta es: ¿El aumento de turistas repercute negativamente en los salarios, la formación y la calidad del empleo? Si el sector turístico contribuye de manera significativa a nuestra economía, lo mismo se debería tener en cuenta que la innovación tiene todavía un largo recorrido, así como la productividad relacionada con formación laboral, los salarios y la calidad en el empleo.

Sin embargo, los pisos turísticos en territorios deficientemente regulados sí molestan, así como la excesiva concentración de hoteles en nuestras calles que han sustituido a un vecindario entero. Ahora nos acordamos del comercio de cercanía que sí asentaba a la población local en el centro y en los barrios. ¿Cómo es posible tener que coger el coche para comprar una barra de pan? Es la pregunta que muchas familias que empiezan un proyecto de vida se preguntan en estos momentos.

Grandes plataformas digitales, bajo fórmulas llamadas de forma “muy pija” como economía colaborativa, propiciaron hace unos 20 años un boom de pisos turísticos que, sin invertir un euro en construcción y mantenimiento, erigieron un gigante hotelero mucho mayor que cualquier cadena hotelera. Bien por la idea, pero mal por la ejecución. Tributación en paraísos fiscales, no contemplación de reglas laborales, urbanas o de convivencia, degeneró en situaciones no deseadas donde una nueva actividad superó a las reglas hoteleras y al equilibrio entre turistas y habitantes.

Numerosos Ayuntamientos han actuado tarde, pero han actuado para que los pisos turísticos no molesten. Existen procesos municipales para que las plataformas no puedan acoger a pisos no reconocidos oficialmente, normas de apertura para ser considerados pisos turísticos, obligatoriedad de puertas de entrada desde la calle y lucha contra el fraude fiscal.

Supongamos que queremos abrir un Hotel. Tendremos que pedir licencias para asegurar que no afectará de forma negativa al tráfico, que el impacto medioambiental sea escaso, que nuestro local es seguro. Además, tendremos que construir espacios que cumplan normas de servicio. Pero hasta hace poco tiempo, si teníamos un piso, lo podríamos poner en una plataforma digital y alquilarlo por días. Me parece que estas plataformas nos colaron un buen gol.

No creo que los turistas molesten, lo que molesta es la generación de un negocio de atracción turística que no tiene en cuenta las consecuencias de su actividad. Un propietario de un piso residencial lo compra para vivir en él, para venderlo a otra persona que quiera vivir en ella o para alquilarlo a otra que también quiera vivir allí. Pero estos inquilinos no tienen por qué soportar horarios y ruidos de turistas dentro de sus casas, o simplemente convivir con personas que no ni siquiera conocen.

Creo que hay que continuar regulando la actividad de los pisos turísticos, igual que se hace con cualquier sector que afecta a la sociedad.

Los Ayuntamientos de las ciudades más turísticas deben pensar en cómo seguir elevando la excelencia de un sector económico esencial en nuestra economía, a la vez que la ciudad continúa teniendo forma de ciudad con ciudadanos que habitan su centro. Si una zona está saturada de bares o de locales de música no se puede abrir más actividad similar, pero sí en otras zonas de la ciudad. Con los establecimientos hoteleros podríamos hacer lo mismo.

Reglas similares para el sector hotelero, incluidos los pisos turísticos, nuevas aperturas en zonas que no estén saturadas, buenas conexiones de comunicación púbica desde estas zonas al centro histórico, cultural o zona de ocio turístico. Pero, sobre todo, no permitir que zonas residenciales céntricas cambien de uso al 100% hotelero.

El turismo tiene perspectivas de crecimiento en España, quizás con algún susto no previsto por el cambio climático que afectará a la estacionalidad. O planificamos el crecimiento que deseamos tener o el sector turístico podría verse afectado gravemente, incluso afectar de forma negativa a la evolución de algunas ciudades, pero nunca serán los turistas los que molesten. Las malas políticas públicas de desarrollo turístico, que no contemplen una sostenibilidad económica, habitacional y medioambiental, sí pueden llegar a molestar y mucho.

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