Este verano somos más conscientes de la importancia de las sombras naturales en ciudades y pueblos. Las olas de calor comenzaron en España antes de lo normal, las temperaturas máximas son más elevadas, 2022 fue el año más caluroso por ahora. Lo notamos, somos conscientes, nuestros hábitos de socialización han cambiado: queremos sombras al aire libre bien ventiladas y aire acondicionado en locales cerrados. Cada verano vemos las calles de las ciudades más despobladas porque el calor es insufrible. En España siempre ha hecho calor, pero es el aumento de la temperatura media lo que ha cambiado, la configuración de las ciudades y pueblos genera islas de calor insoportables. Se han implementado normas de sentido común que limitan el horario de trabajos expuestos a la desfavorable climatología.
Sombras que crecerán en varios años; nos hacen falta sombras para mitigar el efecto del cambio climático, el aumento de las temperaturas y los cambios en las precipitaciones. ¿Por qué hemos creado ciudades que aumentan la temperatura? Simplemente porque no hemos sido previsores, porque no estaba en el ADN de las mentes planificadoras del urbanismo, porque apostamos por diseñar el espacio en exclusiva para los coches, por maximizar la superficie dedicada a producir beneficios económicos y reducir el coste de las nuevas urbanizaciones.
Es preciso asumir lo hecho y cambiar la tendencia de la habitabilidad de las ciudades, incluso de los pueblos a los que se les supone mayor contacto con la naturaleza.
Las islas de calor en las ciudades están provocadas por la escasez de vegetación y zonas verdes, el exceso de estructuras urbanas y la contaminación atmosférica. Esto produce un mayor consumo de energía, una mayor contaminación y un grave impacto en la salud de las personas.
Tanto los recorridos peatonales, los espacios públicos de esparcimiento y las zonas de ocio no tienen sombras que hagan de refugio climático. Los toldos en las zonas peatonales incluso se han convertido en cuestiones electorales, cuando hace décadas este tema de las sombras pasaba desapercibido.
Barcelona ha solicitado soluciones innovadoras a la falta de sombra en el espacio público, Paris quiere ‘vegetalizarse’ para afrontar la crisis climática, Gandía ha puesto en marcha la primera Red de Refugios Climáticos.
En todas las Agendas Urbanas de ciudades y pueblos redactadas por 3CS se incluyen planes para aumentar la superficie arbolada. No son acciones propuestas por sus responsables políticos o por el equipo consultor, son medidas propuestas por la ciudadanía que cada día es más consciente de la falta de sombras.
La solución no pasa por decir que se creen sombras …, pasa por interiorizar en las mentes planificadoras, en las normas urbanísticas, en los programas de gobierno… el diseño de recorridos urbanos que hagan más agradables las ciudades y recordar la importancia de las sombras naturales en ciudades y pueblos. Debemos ser conscientes de que el lugar donde vivimos puede y debe ser agradable. Los pueblos tienen una gran ventaja respecto a las ciudades, siempre y cuando no continúen copiando el urbanismo brutalista que convirtió hace años las calles en zonas no habitables en verano.
Colegios, parques públicos, paradas de autobús, bibliotecas, recorridos peatonales, áreas de ocio y práctica de deporte, transportes púbicos, refugios climáticos, son zonas a climatizar de forma sostenible que pueden suponer una nueva forma de disfrute de la ciudad.
Con sombras, a poder ser naturales, las ciudades serían más agradables para vivir y trabajar.
Esperemos que en esta nueva legislatura municipal se apueste por hacer evolucionar las ciudades hacia una transición de adaptación al clima, donde se contamine menos, se sea más sostenible, se utilicen energías eficientes, donde se pueda respirar mejor.
Ciudades como Granada, Barcelona, Madrid o Londres, por citar las más cercanas y conocidas, tienen entre sus retos más importantes conseguir aire más limpio para respirar, donde las sombras naturales jugarán un gran papel. Aquella que lo logre tendrá un gran argumento para seguir atrayendo a personas, ideas y empresas, incluso para exportar su solución y contribuir de forma significativa a la Sostenibilidad del Planeta.
Las sombras que necesitamos no se crean de un año para otro, hay que planificarlas, tanto en las calles y áreas existentes como en las nuevas áreas de oportunidad urbana y rural. Significará una nueva estructura urbana, un nuevo modelo de relación humana con el espacio público, una nueva concienciación cívica, una verdadera apuesta por la descarbonización, ya que el aumento de las sombras naturales tiene gran importancia en la transición energética, al reducir las necesidades de refrigeración.
Esta estrategia sectorial, dotarnos de sombras, debe estar integrada en una gran estrategia de ciudad, en la Agenda Urbana, dotada de medidas a corto, medio y largo plazo, de forma que puedan tener continuidad de ejecución más allá de varias legislaturas. Quizás sea la mayor contribución que se pueda hacer en una ciudad para materializar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para el 2030, quizás vamos muy retrasados o quizás esta nueva legislatura sea clave.