No pienses en el coche, piensa en las personas

Entre los muchos debates y noticias que cruzan los medios digitales encontramos referencias a las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE en su abreviatura), con mensajes simplistas y cruzados: que si van contra los propietarios de coches, la contaminación es insoportable pero más es andar, donde voy a aparcar, esto va contra mi libertad para circular con mi SUV… 

Vamos a intentar arrojar un poco de luz con información básica. ¡Comenzamos!

Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) son áreas urbanas donde se implementan medidas restrictivas al tráfico de vehículos altamente contaminantes, con el objetivo de reducir las emisiones y mejorar la calidad del aire. Esta iniciativa ha ganado terreno en España en respuesta a los desafíos de la contaminación atmosférica y la necesidad de cumplir con la legislación ambiental europea, en particular con la Directiva 2008/50/CE sobre calidad del aire y la reducción de las emisiones contaminantes. Está enfocada a ciudades de más de 50.000 habitantes o menores que tengan determinados índices de contaminación. Se apuesta por que en las ciudades europeas las personas respiren menos aire contaminado. El aire contaminado mata. Es un buen recordatorio.

Estas zonas se empiezan a hacer presentes en ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla y Bilbao. Imponen restricciones a vehículos con motores diésel antiguos y altamente contaminantes, incentivando el uso de medios de transporte más limpios y sostenibles como el transporte público, la bicicleta y el caminar. La legislación española ha respaldado estas iniciativas, promoviendo la adopción de medidas para mejorar la calidad del aire y cumplir con los estándares europeos. La normativa que regula las ZBE es el Real Decreto 1052/2022, de 27 de diciembre, por el que se regulan las zonas de bajas emisiones. (Recomendamos su lectura, para saber de qué se habla).

Las ZBE proporcionan diversos beneficios entre los que podemos destacar la reducción de la contaminación atmosférica y la mejora de la salud pública, especialmente en poblaciones vulnerables como niños y ancianos, que son más susceptibles a enfermedades respiratorias y cardiovasculares relacionadas con la contaminación del aire. Además, estas medidas contribuyen a mitigar el cambio climático al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con el tráfico vehicular. Sí, existe el cambio climático y es obra de nuestra civilización

Sin embargo, la implementación de ZBE conlleva desafíos y costos. Se necesita infraestructura y tecnología para monitorear y controlar el acceso de vehículos a estas zonas, lo que implica inversiones significativas por parte de las autoridades locales. Además, pueden surgir preocupaciones sobre el impacto económico en sectores como el transporte de mercancías y la industria automovilística, que dependen en gran medida del tráfico vehicular. Otro costo importante son las sanciones que impondrá la Unión Europea a los países cuyas ciudades no cumplan con ciertos estándares medioambientales.

Es necesario analizar cómo la ZBE afecta a las personas de menor renta y más vulnerables que tienen dificultades económicas o físicas. Un ejemplo: ¿Cómo afecta a una persona con discapacidad? Es necesario evaluar el impacto socioeconómico de una ZBE, los pros y contras. Medir y actuar con datos. Otro costo importante son las sanciones que impondrá la Unión Europea a los países cuyas ciudades no cumplan con ciertos estándares medioambientales.

Para abordar estos desafíos, es fundamental establecer medidas de apoyo y transición, así como garantizar el cumplimiento y la aplicación efectiva de las restricciones de tráfico. La colaboración entre las autoridades locales, el sector privado y la sociedad civil es esencial para el éxito a largo plazo de las ZBE y para garantizar entornos urbanos más saludables y sostenibles para las generaciones futuras. Consenso mejor que imposición.

En conclusión, las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) son una estrategia clave para mejorar la calidad del aire urbano en España y cumplir con los estándares ambientales europeos. Aunque implican desafíos y costos, los beneficios para la salud pública y el medio ambiente justifican su implementación y expansión en las ciudades de todo el país. 

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